Se inicia la Información Pública del Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (Versión Preliminar)
La Junta de Andalucía ha puesto en exposición pública la propuesta de revisión del Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA), el documento que marcará las grandes líneas de cómo debe organizarse y gestionarse el territorio en las próximas décadas. Se trata de una versión preliminar que contrastar con el objetivo de enriquecer el texto antes de su aprobación definitiva.
La exposición pública se convierte así en una oportunidad para abrir un debate colectivo sobre el modelo de desarrollo que necesita Andalucía y sobre cómo equilibrar sostenibilidad, competitividad y cohesión social en un territorio tan diverso.
Pueden encontrar el documento en andaluciaordenaciónterritorial.es, donde también se recoge la información sobre las jornadas de presentación en las provincias andaluzas.
1. Principios de la ordenación territorial y finalidad del POTA
La revisión del Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA) nace con la vocación de redefinir cómo se entiende y se gestiona el espacio andaluz en un contexto marcado por la emergencia climática, la transición energética y los cambios sociales y demográficos. Sus principios rectores ponen el acento en un uso racional y diferenciado del suelo, en la preservación de los recursos naturales —con especial atención al agua— y en la necesidad de garantizar un equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación del patrimonio ambiental y cultural.
El documento plantea un territorio más cohesionado, competitivo y resiliente, donde las infraestructuras se conciban desde la eficiencia y el interés general, y donde los suelos agrarios y de alto valor ecológico se protejan frente a presiones urbanísticas o económicas.
Al mismo tiempo, busca alinear la planificación andaluza con las grandes políticas europeas y estatales, promoviendo la cooperación entre administraciones y la articulación con las regiones del entorno. En definitiva, se trata de un marco que pretende ordenar el presente y anticipar el futuro de Andalucía, apostando por un modelo territorial que conjugue sostenibilidad, innovación y justicia social.
2. Contenido del POTA y papel como marco de coordinación
Su contenido abarca un diagnóstico exhaustivo de la situación actual, un esquema de cómo se articulan las ciudades, las infraestructuras y los recursos, así como criterios de planificación para cuestiones tan sensibles como el litoral, la vivienda protegida o la gestión del agua. Además, incluye la identificación de riesgos —desde las inundaciones hasta el impacto del cambio climático— y plantea cómo afrontarlos desde una perspectiva territorial.
Uno de los elementos clave de esta revisión es su función como marco de coordinación. El plan actúa como referencia obligada tanto para los instrumentos de ordenación subregional y urbanística como para la planificación sectorial de áreas como el transporte, la energía o el medio ambiente. De este modo, busca que todas las piezas del complejo puzle andaluz encajen en una visión común, evitando contradicciones entre distintas normativas y favoreciendo una acción más coherente de las administraciones.
El nuevo POTA se alinea también con los compromisos del Plan Andaluz de Acción por el Clima, reforzando la idea de que la ordenación del territorio no puede desvincularse de la adaptación al calentamiento global y de la necesidad de reducir emisiones. En otras palabras, más que un listado de determinaciones, se plantea como un marco estratégico de integración, donde convergen la planificación urbanística, la gestión ambiental y la transformación económica.
3. Contexto, procedimiento y criterios metodológicos
La revisión del POTA se presenta en un momento en el que Andalucía, como el resto del mundo, afronta transformaciones profundas: la crisis climática, la digitalización acelerada, los cambios en la movilidad, la transición energética o el reto demográfico marcan el rumbo del territorio y obligan a replantear el modelo de desarrollo. Con la mirada puesta en 2050, el plan busca anticiparse y ofrecer un marco estable que combine sostenibilidad, cohesión social y competitividad.
El proceso que ha llevado a esta versión preliminar no es menor. La Junta de Andalucía encargó la revisión en 2022 y, tras diversas fases de trabajo técnico y consultas, en 2024 se dio luz verde al procedimiento formal mediante decreto. A partir de ahí, se activa la Evaluación Ambiental Estratégica, se someterá a aprobación inicial por el Consejo de Gobierno y, posteriormente, pasará al Parlamento y al Boletín Oficial de la Junta de Andalucía para su validación definitiva. Una vez aprobado, sus determinaciones tendrán carácter vinculante sobre el resto de planes territoriales y urbanísticos, lo que subraya su peso normativo.
En cuanto a la metodología, el POTA reivindica un enfoque basado en datos objetivos, construido de forma iterativa y con una visión transversal que integra la dimensión ambiental, social, económica y legal. No se trata, por tanto, de un simple catálogo de normas, sino de un instrumento vivo y flexible que intenta dar respuesta a la complejidad de un territorio diverso como Andalucía.
4. El modelo territorial propuesto
El corazón de la revisión del POTA se encuentra en el modelo territorial que plantea para Andalucía. El plan establece como referentes básicos cuatro grandes sistemas —el de Ciudades, el de Infraestructura Verde, el de Articulación y Cohesión y el del Patrimonio Territorial— junto a una zonificación que se concreta en dominios, provincias y unidades territoriales. Esta arquitectura pretende que la planificación no se quede en una visión abstracta, sino que aterrice en escalas intermedias y locales, asegurando que las estrategias tengan un efecto real sobre la vida de los ciudadanos.
4.1. Dominios territoriales
La propuesta divide Andalucía en grandes dominios —Sierra Morena y Los Pedroches, Valle del Guadalquivir, Sierras y Valles Béticos y el Litoral— que funcionan como marcos de referencia para articular las estrategias de desarrollo. La lógica es reconocer las particularidades de cada ámbito, desde las zonas rurales en riesgo de despoblación hasta los espacios costeros más presionados por el turismo y la urbanización. En todos los casos, se insiste en la necesidad de compatibilizar las actividades económicas con la capacidad de carga del territorio, reducir las desigualdades entre lo urbano y lo rural y reforzar la resiliencia frente al cambio climático.

4.2. Infraestructura Verde de Andalucía
El plan dibuja una auténtica “columna vertebral ecológica” para Andalucía: la Infraestructura Verde. Esta red integra los grandes espacios protegidos, los corredores fluviales, las vías pecuarias y otras áreas de interés para garantizar la conectividad entre ecosistemas. Su objetivo es preservar la biodiversidad, recuperar territorios degradados y reforzar los vínculos entre naturaleza y ciudad. También identifica déficits de conectividad provocados por infraestructuras como autovías o líneas ferroviarias, proponiendo medidas correctoras para evitar que fragmenten el territorio.

4.3. Sistema de Ciudades de Andalucía
Frente a un modelo centralizado, el POTA apuesta por una red policéntrica de ciudades: capitales, áreas metropolitanas, ciudades medias y núcleos rurales. Esta estructura busca equilibrar el crecimiento, evitando la concentración excesiva en unos pocos puntos, y fomentar la cooperación entre municipios. La estrategia pasa por dotar de equipamientos supralocales, impulsar proyectos de regeneración urbana y reforzar la infraestructura verde también en los espacios urbanos, con especial atención a las zonas en declive demográfico.

4.4. Estrategias territoriales para la ordenación urbanística
El modelo urbano que se propone se centra en la ciudad compacta, bien equipada y conectada con sistemas de transporte sostenible. Se da prioridad a la regeneración de tejidos existentes frente al crecimiento desordenado, con un mensaje claro: proteger el suelo rústico y limitar la dispersión. Además, se incorporan objetivos como el fomento de la vivienda asequible, la integración de energías renovables, la economía circular y la corrección de asentamientos irregulares.
4.5. Sistemas de articulación y cohesión territorial
La cohesión territorial se apoya en cuatro grandes subsistemas: movilidad y transporte, gestión del agua, telecomunicaciones y energía. En transporte, se subraya la intermodalidad y la sostenibilidad, apostando por el ferrocarril, el transporte público y la movilidad activa. En agua, el plan plantea medidas para afrontar el estrés hídrico: desde la protección de acuíferos hasta la reutilización y la desalación. En telecomunicaciones, la prioridad es garantizar conectividad digital universal. Y en energía, el reto es acelerar la transición renovable, el autoconsumo y las comunidades energéticas, evitando desequilibrios territoriales.

4.6. Sistema del Patrimonio Territorial
El POTA reconoce el valor del patrimonio natural, cultural y paisajístico como un recurso estratégico. No solo se trata de conservar espacios o edificios singulares, sino de integrarlos en el desarrollo territorial como elementos que aportan identidad y cohesión. En el paisaje, por ejemplo, se apuesta por proteger bordes urbanos y litorales, restaurar riberas fluviales e implicar a la ciudadanía en la gestión a través de instrumentos de participación.

4.7. Gestión integral de riesgos naturales y antrópicos
La planificación territorial incorpora de lleno la gestión de riesgos, tanto naturales (inundaciones, sequías, incendios, movimientos de ladera) como tecnológicos. El objetivo es crear territorios más seguros y resilientes, donde la prevención y la adaptación al cambio climático se integren en cada decisión urbanística o de infraestructuras.
4.8. Mitigación y adaptación al cambio climático
El horizonte marcado es claro: avanzar hacia la neutralidad climática en 2050. El plan combina medidas de mitigación —reducción de emisiones, movilidad de bajas emisiones, economía circular— con estrategias de adaptación, como la restauración de ecosistemas, el diseño de ciudades más frescas y verdes o la gestión sostenible del agua.
4.9. Gestión sostenible de recursos (agua, energía y economía circular)
La gestión sostenible de los recursos es otro pilar del modelo. Se apuesta por la eficiencia, la innovación y la circularidad, entendiendo que la seguridad hídrica y energética son condiciones indispensables para el desarrollo económico y social de Andalucía.

4.10. Estrategias para el desarrollo e integración económica
El POTA subraya que la competitividad y la innovación deben ir de la mano de la cohesión territorial. Sectores clave como la agricultura, la minería, la industria o el turismo se plantean desde una perspectiva de sostenibilidad, buscando reducir las brechas entre áreas urbanas y rurales y potenciando la economía verde.
4.11. Integración y articulación exterior de Andalucía
La posición estratégica de Andalucía entre Europa y el norte de África se reconoce como una ventaja a reforzar. El plan plantea intensificar la cooperación transfronteriza, mejorar las conexiones físicas y digitales y consolidar el papel de la región como nodo logístico y cultural en el ámbito internacional.
4.12. Escala intermedia y ejecutiva (POT subregionales y Programas Coordinados)
Más allá de los grandes principios, el POTA baja a la escala intermedia: las provincias se perfilan como ámbitos preferentes para los planes de ordenación subregional, y se prevén programas coordinados de gestión territorial. Estos instrumentos buscan garantizar que las estrategias se traduzcan en acciones concretas y que se compense la desigualdad entre distintos territorios.
4.13. Ejes transversales del modelo
Por último, el modelo territorial incorpora cuatro ejes que atraviesan todas sus propuestas: la igualdad de género, la salud pública, la accesibilidad universal y el desafío demográfico. Se trata de reconocer que la ordenación del territorio no solo se mide en infraestructuras o suelos, sino también en su capacidad para mejorar la calidad de vida y garantizar derechos a toda la ciudadanía.
5. Sistema para el seguimiento y evaluación del plan
Uno de los elementos novedosos de la revisión del POTA es la importancia que concede al seguimiento y la evaluación de sus propias determinaciones. El plan no se concibe como un documento cerrado que queda guardado en un cajón, sino como una estrategia viva que debe revisarse periódicamente para comprobar su eficacia.
Para ello, se establece la elaboración de memorias de gestión, al menos una vez por legislatura y con carácter trienal como mínimo. Estas memorias permitirán medir hasta qué punto las medidas propuestas se están aplicando y con qué resultados. La evaluación se apoyará en un sistema de indicadores objetivos, que abarcarán la gestión, la sostenibilidad y los impactos reales sobre el territorio.
El punto de partida será la situación existente en el momento de la aprobación del plan, de manera que los cambios puedan medirse con precisión y se puedan corregir desviaciones. Con este mecanismo, el POTA se blinda frente al riesgo de quedarse en una declaración de intenciones: la idea es convertirlo en un marco dinámico, capaz de adaptarse a los nuevos retos y de rendir cuentas ante la ciudadanía.
6. Armonización y adecuación de los planes subregionales aprobados
La revisión del POTA no llega sola: trae consigo un efecto directo sobre los planes de ordenación subregionales ya aprobados. Allí donde existan contradicciones, las nuevas determinaciones prevalecerán, aplicándose de forma inmediata y obligando a una reinterpretación del marco vigente. Se trata de una especie de “actualización automática” que busca garantizar coherencia entre el nivel regional y el local.
Este ajuste afecta a cuestiones sensibles como la protección del suelo rústico, la red de espacios libres, las zonas inundables o las llamadas áreas de oportunidad, que quedarán sujetas a un régimen cautelar hasta que se integren plenamente en el nuevo esquema. También introduce precisiones sobre el tratamiento de edificaciones irregulares, en línea con la normativa vigente, y sobre las infraestructuras básicas, que deberán alinearse con las determinaciones actualizadas.
En definitiva, el POTA actúa como una capa de armonización que pretende evitar contradicciones entre planes y garantizar que todos los instrumentos de ordenación —desde los más generales hasta los municipales— respondan a una misma lógica territorial. El reto, sin embargo, será que esta coordinación no se traduzca en bloqueos burocráticos, sino en una mayor claridad y eficacia a la hora de planificar el futuro de Andalucía.