El Plan de Sevilla asume el RETO de transformar una ciudad caracterizada en el año 2000 por una gran Inercia tradicional-costumbrista, una economía mala y muy polarizada y una alta tasa de desempleo, implementando su condición de CAPITALIDAD, la presencia de una importante red infraestructural y su condición de ATRACTOR TURÍSTICO. Para ello, y basándose en una METODOLOGÍA DE TRABAJO PROSPECTIVA fundamentada en la PARTICIPACIÓN PÚBLICA de la ciudadanía, se construye un documento asentado en tres ideas claves: LA REINTERPRETACIÓN de la relación de Sevilla con el Río Guadalquivir, la REHABILITACIÓN del espacio público y el DESCUBRIMIENTO del potencial del Río Guadaira. El nuevo modelo de ordenación implementa la INTEGRACIÓN SOCIAL y TERRITORIAL, la SOSTENIBILIDAD, EFICIENCIA y DIVERSIDAD URBANA, así como por la APUESTA TECNOLÓGICA.